Mis libros
Ah el pensamiento contrafactual, cómo nos gusta. Hagamos uso del mismo,
pues. Primero para imaginar que vuelvo a leer un buen libro por primera vez,
uno que me gustó de veras, y después para volver al pasado, a la edad en que leí
aquel libro que me hizo disfrutar especialmente en su momento y que, de alguna
manera, se quedó conmigo para siempre.
A. Volver a leer una obra como si no la hubiera leído.
B. Volver a leer una obra con la edad que tenía cuando la leí.
Si tengo que elegir un momento de placer asociado a la lectura en mi vida, solo
uno, me quedo con la lectura a los seis años de La aventura formidable del
hombrecillo indomable, de Hans Traxler. Puede que sea la primera lectura de la que
tengo un recuerdo más o menos claro. Y volvería a ese momento sin dudarlo.
Se
trata de un álbum ilustrado con una historia preciosa, de corte surrealista,
sobre un viaje en el que se suceden escenas cada vez más sorprendentes,
acompañadas de unas rimas fantásticas. Recuerdo que lo leí tantas veces que
acabé aprendiéndomelo de memoria. De hecho, se me dibuja una sonrisilla en la
cara cada vez que pienso en este libro.
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