La educación en 2030

Toda mi vida me he estado preparando para este momento: hoy, día 4 de octubre de 2050, cumplo 20 años y termino la Educación Secundaria Obligatoria en la Tierra.


Mi bisabuelo dice que ha habido muchos cambios en los últimos 30 años. Yo eso no lo sé, a veces incluso pienso que exagera. Mi abuelo nació en el 1950, ya ha cumplido los cien años de edad y, según dice, ha vivido un siglo de increíbles cambios: nació en una época en la que había habido recientemente una guerra o algo así y en la que no existía la tecnología. Él venía de una familia de limpiabotas y ni siquiera llegó a tener televisión en casa. No sé, algunas veces pienso que es de otro planeta. Pero siempre hago un increíble esfuerzo por relacionarme con él e intentar comprenderlo, por eso le pregunto algunas cosas sobre su época: ¿Es posible un mundo sin tecnología?, ¿Qué era lo que hacíais para entreteneros?, ¿Cómo podíais aprender en la escuela solamente con libros?, ¿Cómo es posible que no tuvieseis ni siquiera pizarras digitales en clase y que el profesor se pasase toda la hora hablando?, ¿Cómo aprendíais idiomas si no podíais escuchar el sonido?, ¿Cómo sabía la gente lo que estabas haciendo en cada momento?, ¿Cómo te comunicabas con tus amigos cuando se encontraban lejos?  




Y mi bisabuelo, simple como él mismo, me responde siempre de la misma manera: “antes la gente tenía más hijos que ahora, con ellos se entretenían, supongo. Mucha gente no iba a la escuela, ni si quiera podía comprar los libros. No teníamos necesidad de hacer todas esas cosas que dices, ni siquiera pensábamos en ello, solamente vivíamos”. 






Pero yo pienso que no la necesitaban porque no la conocían. Él hablará muy bien de esa época, pero bien que le gusta pasar largas horas mirando la televisión o jugando a su PlayStation 9. 




Intento pensar en ese mundo primitivo y me deprimo de tan solo pensar que en unos años nuestra Tierra volverá a ese estado. Debido a las continuas tormentas eléctricas que está sufriendo nuestro planeta, en unos años se acabará la era tecnológica para siempre, tal y como la conocemos.  



A veces, intento entenderlo y pienso que un mundo sin tecnología es posible, pero ese mundo no es para mí. Yo, que he nacido para desarrollar al máximo mi inteligencia y hacer un buen uso de ella, estoy destinado a escapar de esa vida de pobreza que le espera a la sociedad que se quede en la Tierra. Hace 30 años, en 2020, los científicos descubrieron una nueva galaxia próxima a la Tierra en la que, desde hace diez años, el ser humano comenzó a instalarse. 




En 2025, el dictador de la Tierra inició un cambio radical en la sociedad del planeta: con tal de mejorar la raza humana, se propuso un proceso de selección en el que las nuevas generaciones que demuestren tener una inteligencia superior a la media serán las que merezcan ser trasladadas a los nuevos planetas habitables de la nueva galaxia recién descubierta. Por ello, todos los jóvenes de 20 años son sometidos a un proceso de evaluación en el que deben probar su inteligencia para poder ser aceptados en este nuevo lugar próspero y con futuro.




Mi abuelo, que se ha jubilado este año con 75 años, ha sido uno de los últimos humanos en trabajar como profesor. Por desgracia, mi padre siguió en el mismo gremio que mi abuelo y, ahora, no tiene trabajo ni puede ser trasladado a la nueva galaxia porque, en ese nuevo mundo ideal dominado por la tecnología, no hacen falta profesores que lean o repitan lo que dice un libro. Todo esto ya ha sido sustituido hace años por robots y sistemas de inteligencia artificial. No, en la nueva sociedad lo que hacen falta son científicos, muchos científicos, ingenieros, programadores e informáticos. Por eso, desde 2030 se suprimieron en la ESO todas las asignaturas relacionadas con el mundo de las letras porque se supuso que todo eso ya debía ser aprendido en casa. Por tanto, la educación se centró en todo lo relacionado a la rama de las ciencias, la informática y la tecnología.  



Yo, que he vivido una etapa de transición, en mis primeros años de escolarización todavía recuerdo que tener un robot como profesor me parecía extraño y divertido. Sin embargo, ahora esa es exactamente la emoción que me produce tener a un ser humano como profesor. Los profesores robots cada vez son más sofisticados y tienen mayores ventajas frente a los humanos, porque siempre están listos para responder, no se cansan, no aburren, ni tampoco se enfadan. Y, además, al ser perfectos, nos transmiten una mayor seguridad y hay una mayor seriedad en el aula, ya que, no se ponen a contarnos su vida personal ni se distraen del tema que deben explicar.  



En el año 2025, tuvo lugar la era de la explosión tecnológica, que alcanzó su máximo auge en 2029. En este año todas las aulas del mundo comenzaron a disponer de Internet y pizarras digitales interactivas. En el 2030, los currículos educativos fueron modificado a favor de las competencias en programación y robótica. Mi padre, que en esa época todavía cobraba un buen sueldo, pudo matricularme en uno de los mejores colegios de la ciudad que, actualmente, goza de buena fama debido a que muchos de sus alumnos han sido aceptados en el nuevo sistema como seres humanos superiores a la media. En este colegio nos enseñaron desde pequeños a desarrollar nuestra inteligencia con una gestión de la información aliada a la inteligencia artificial. Esta enseñanza estaba basada en el método del análisis de datos, que, actualmente, es un pilar computacional fundamental de aprovechamiento en educación. Sin embargo, todavía hay viejas escuelas públicas a las que nadie quiere ir porque no preparan bien a los estudiantes, ya que, todavía existen exámenes y enseñan bajo el antiguo método obsoleto del “copipega”, tan perjudicial para el ser humano, que consiste en “vomitar” un contenido en un examen y evaluarlo.


Los avances de la robótica sensorial y visual dieron lugar a la creación de fábricas inteligentes que, actualmente, son capaces de tomar decisiones en tiempo real. Por tanto, no se necesitan a los obreros para que trabajen en ellas, solamente a los supervisores informáticos, que son los que vigilan y controlan la actividad. Por desgracia, esto ha dado lugar a un incremento de personas en estado de desempleo que, actualmente, se presentan contrarias al sistema, ya que, se les ha negado totalmente la entrada. Mi abuelo, forma parte de este grupo y está totalmente en contra del sistema que nos han impuesto. Piensa que soy un joven más engañado por el sistema, esclavo de una sociedad tecnológica. Sin embargo, no me importa lo que él opine de mí. Algunas veces, incluso tengo que soportar que me llame ”extraterrestre”. Pero yo solamente pienso en mi futuro y en que quiero que siga existiendo este mundo tecnológico que conozco. Sin embargo, todavía tengo un poco de humanidad y pienso en mi padre, que todavía tiene 40 años y no encuentra empleo. Es una lástima pensar que le quedan unos 80 años de vida más por delante. No sé qué será de él cuando yo me vaya, me preocupa que no se acostumbre al cambio y que no sea capaz de sobrevivir sin la tecnología a la que está acostumbrado y acabe suicidándose.


Pero debo de pensar en mí, necesito ser uno de los candidatos y tener un puesto de trabajo digno. Hoy ha habido otra tormenta eléctrica y no aguanto más otro día entero sin conexión, estoy comenzando a desesperarme. Debería de ir preparando ya mi entrevista...





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